Las cuarentenas obligatorias y preventivas y el aislamiento social que rige en varias comunas de Chile para evitar la propagación del coronavirus, impacta de lleno en la vida cotidiana de las personas.
Restricción para circular y sólo para algunos quehaceres particulares, o cuando el trabajo así lo requiera, con unos pocos comercios habilitados y la imposibilidad de reuniones sociales, hizo que cada cual tuviera que adaptar su cotidianeidad al modelo de cuarentena.
Esta adaptación está planteando importantes desafíos para la sociedad chilena, tales como equilibrar las responsabilidades familiares, tanto económicas como de cuidado y en los quehaceres domésticos de hombres y mujeres. Sin embargo, muchas mujeres siguen ganando menos, en promedio, que los hombres por el mismo tipo de trabajo, diferencia que puede llegar a superar el 25% y que se incrementa en los niveles educacionales más altos.
Según la encuesta Casen de 2019, en Chile había al momento del censo 5,45 millones de hogares, de ellos, el 39,4% declaró a una mujer como jefa de hogar, es decir 2,15 millones. Un escenario que contrasta ostensiblemente con las cifras correspondientes levantadas en 1990, ese año, sólo un 20,2% de los hogares tenía a una mujer como jefa de hogar. En términos sencillos, aunque rotundos, en los últimos 25 años se han duplicado los hogares con una mujer como jefa, con un punto de inflexión entre 2000 y 2011, cuando esa proporción aumentó en casi 16 puntos porcentuales, de 23,1% a 38,8%.
Una mayor carga de trabajo doméstico y de cuidado también tiene impactos directos en los tiempos que pueden dedicarse al trabajo remunerado o al ocio y descanso, lo que implica que las mujeres que tienen una ocupación remunerada y familia con frecuencia deben asumir una doble carga de trabajo.
Es así que en aquellos hogares monoparentales, donde las medidas de aislamiento significan no contar con ningún tipo de apoyo para el cuidado o tareas domésticas, que generalmente están a cargo de otras mujeres, sumado a las responsabilidades y cumplimiento de trabajo remunerado para quienes pueden realizar teletrabajo durante la cuarentena, recaerá únicamente sobre los hombros de esas mujeres.
Es importante considerar también que la mayoría de los trabajos esenciales en el campo de la medicina son ocupados por mujeres. Noventa y cuatro por ciento en enfermería, 74% de los trabajadores de la salud y más del 60% de los profesionales farmacéuticos son todas mujeres. Si bien la idea de que un «padre que se queda en casa» se ha normalizado un poco en los últimos años, todavía no se acepta por completo, ya que muchas de estas mujeres continúan asumiendo la mayoría de los cuidados y el trabajo doméstico, junto con el manejo de sus trabajos.
Se prevé que en muchos hogares, las medidas de aislamiento podrían ser una oportunidad para replantearse los roles, y tener una nueva perspectiva frente a las expectativas de las diferentes partes del sistema familiar, dando como resultado, una distribución más equitativa de los deberes.
Sin embargo, en muchos hogares se continúan reforzando estas desigualdades en la distribución de las tareas domésticas y de cuidado, que incluye el cuidado de los menores, y de los adultos mayores, incluso exponiendo a mujeres a situaciones de violencia.
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